La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón

Antes de empezar a leer esta reseña, se sugiere que entren a http://goo.gl/uCgw3t y musicalicen con la banda sonora escrita por el mismísimo Carlos Ruiz Zafón.

Así comienza un acercamiento a  La Sombra del Viento libro que se convirtió en uno de los más aclamados best seller del idioma español.  La historia está desarrollada en la hermosa Barcelona de los años 50 y pinta con detalles desde el ocaso del Modernismo hasta las penurias de la posguerra.

Desde la óptica de los amantes de la literatura La sombra del viento es perfecta ya que le habla tanto a un lector apasionado como a ese escritor frustrado que todos llevan dentro. El joven protagonista, Daniel Sampere, se obsesiona con la historia de un  escritor que tras un incidente en su vida decide comenzar una lucha particular contra su propia obra.

La soledad de los números primos de Paolo Giordano.-

La ópera prima del autor turinés  Paolo Giordano, narra la historia de dos personajes, cuya relación se puede definir con el oxímoron, cercanos pero distantes. Esta novela revive lugares comunes de la infancia a los que le suma un delicado equilibrio  de sentimientos  como el amor, la soledad o esa sensación de adolescente  incomprendido. Mattia y Alice, los personajes  de esta historia transitaron  una infancia de incomprensión paterna.

 Alice, era obligada por su padre a esquiar. Hasta que un día un accidente cambiaría para siempre su vida. Mattia, es un chico con una tremenda capacidad intelectual, que se vió forzado a cuidar de su hermana gemela discapacitada. Un día Mattia cometerá ¿un descuido? y ese momento marcará un antes y un después en su vida.

Los protagonistas cruzarán sus historias cuando se reconozcan en una fiesta. Todo su historial de conflictos de la infancia se manifestará en forma de complejos y traumas. Ambos se han vuelto personas solitarias y aisladas.  Cada uno a su forma buscará sublimar sus trastornos.

Tiene derecho a guardar recuerdos.

Te mandaste una y te salió. La descuidaste, te la sabías todas. Te creíste él más banana, te engolosinaste y sin que te dieras cuenta, se te empezaron a quemar los papeles. Vos, como de costumbre tirás boludo. Si hay algo que aprendiste bien es a negar, negar como si fuera la última vez. Te auto justificas y te decís que es innato, que tenés el don. Sos entrador, negás, juras y te lamentas. La verdad es que no tenés ningún don. Sos un ser manipulador que con malicia y ardides berretas, saliste parado, o eso creías. ¿Sabés qué? Si te dejaron hacer aun cuando sabían que eras un gil, no fue por mérito tuyo que te salían todas. Más bien fue su forma de colmarse para decir nunca más.

Ese día llegó, y ahí estabas vos con tu mejor cara de nada, cuando te dijo “Me duele pero me voy. Tenés derecho a guardar recuerdos, pero todo lo que ames podrá ser usado en tu contra”.-

De musicales y hooligans.

Dicen que una canción se convierte en himno cuando: perdura generaciones o cuando llega a los estadios. En este caso se dieron ambas. You’ll never walk alone fue compuesta por  Richard Rodgers y Oscar Hammerstein  en la década del 40 para el musical “Carousel”. 

Cuando la escuché por primera vez, me erizó la piel, me emocionó así que decidí buscarla para escucharla varias veces como suelo hacer con estas canciones. Al tercer repeat que le di, se me vino una suerte de  “huella mnémica” y la reconocí como el himno que los hinchas del Liverpool cantan al unísono y que moviliza a propios y ajenos.

Imagínate vivir en una meritocracia.

Imagínate vivir en una Meritocracia.

-Imagínate vivir en una Meritocracia, un mundo donde cada uno obtiene lo que se merece. Por ejemplo, el flaco ese que se levanta todos los días a las 2 de la mañana, sale en absoluto silencio de su casa, pasa por la habitación de sus hijos y se despide desde la puerta para ir a laburar al puerto, a hombrear bolsas, mojarse y cagarse de frío. ¿Ese tipo tiene lo que se merece?

-Donde la gente vive pensando cómo progresar, cada día, todos los días. Gracias a dios no se tienen que preocupar de llevar el plato de comida a la casa, pagar las cuentas, de rendir un examen o por su nene que hace 48 hs que está con fiebre. ¿Seguro no tiene nada más importante en que pensar?

-Donde el que llegó, llegó por su cuenta, sin que nadie le regale nada. Herederos, hijos de, nietos de, esos son los verdaderos meritócratas. ¿A vos cuanto te regalaron?

La comunidad de la SUBE

Vuelve a probar con la secreta esperanza de que solo fuera una falla, pero no. Pide su pasaje otra vez y apoya su tarjeta, ve la luz roja seguida del piii piiii piiiii que suena más aturdidor que nunca. Y ahí cae que el boleto aumentó y que con sus mil quilombos se olvidó de cargar la SUBE.
Nadie más que esa persona sabe cómo fue su día. Si fue agotador, feliz, tranquilo o aburrido. Quizás los que observan la secuencia pueden deducir que se quiere martillar un huevo.

La solidaridad: una cuestión de egoísmos.

Hace mucho tiempo que tengo ganas de escribir sobre este asunto de la solidaridad y las necesidades del otro.  Para empezar quiero remarcar dos cosas: me niego a creer que  la mala gente es más y la otra es que  "me considero solidario porque soy egoísta". Sí, egoísta. Si hago algo es porque me hace bien a mí. Si bien hay una empatía que no me permite tolerar que otro tenga necesidades básicas insatisfechas, en el fondo, es más fuerte la sensación de tranquilidad  por haber hecho algo.

Hay muchas razones por las cuales las personas deciden colaborar con alguna causa: hay gente que lo hace por "pagar su karma", otros lo hacen porque está bien visto hacerlo, muchos otros lo harán por pura filantropía, también, estará aquel que contempla la situación y siente la tensión al preguntarse ¿qué pasaría si ese soy yo? o ¿si fuera mi familia? y como mecanismo de defensa decide sublimar la tensión por medio de la colaboración. Y están los que lo tienen como su misión en la vida.  A esas personas no puedo más que admirarlas mucho. 

Para que todos los anteriores existan, es condición necesaria, que exista otro tipo de egoísmo. El egoísmo que niega realidades, el egoísmo que ignora un pedido, el egoísmo del que se mandó  una cagada o que no hizo algo que debía hacer y le arruinó la vida a mucha gente. 

Sinceramente a mí no me importa para nada que los motiva -o los puede llegar a motivar- para dar una mano. Podes hacer tantas cosas como tus ganas o posibilidades te lo permitan. Desde visitar a personas que están en situación de calle hasta una acción suelta y aislada para un evento por el día del niño. Podes hacer un aporte único de 10$ en una rifa o sumarte como donante mensual en una organización. Nadie va a juzgar ni medir el aporte que hagas porque todo es mucho y siempre suma. Y ESO ES LO IMPORTANTE.-

@mnferri