domingo, 12 de octubre de 2014

Absorta

Absorta.


Un metro setenta aproximadamente, pelo castaño claro, ojos marrones que dejaban ver mucho más de lo que miraban. Ansiosa, chequeaba su móvil y con su gestualidad comunicaba que esperaba  un mensaje o una llamada.  

Eran cerca de las 22:30 reinaba el silencio en el 96 y lo único que rompía con ese escenario era el chirrido del  freno en las esquinas. Los pasajeros se veían inmersos en sus mundos, algunos  leyendo, otros con sus auriculares tamaño extra grande, algún grupo de pie que mantenía una charla, y ella esperaba.  No pude evitar  prestarle atención.  Llevaba el pelo recogido, unos aros que tranquilamente podrían ser de Todo Moda o Isadora, iba bien vestida. Probablemente trabaja por el centro y a la noche curse en alguna universidad, pensé. 

Apoyaba la cabeza en la ventanilla,  perdía su mirada, abría su cartera y agarraba el celular. Esta secuencia se repitió varias veces, diría por la comisura de sus labios que sin éxito. Estas dejaban ver que las esperanzas, o las ganas, de recibir ese mensaje eran cada vez menos.  Seguía  absorta en sus pensamientos y podría decir que no había forma de sacarla de allí, parecía buscar algo en su mente.   Ensayó una sonrisa triste y volvió a ver su teléfono, en este intento la reacción fue diferente, se miró la mano, jugueteó con un anillo que tenia y su expresión se apagó.  El mensaje pareció impactarle y mucho. De golpe creí entender todo  lo que mostraban sus ojos.  Recién ahí se dio cuenta de que la miraba, se tomo un instante para observarme con una mezcla de incredulidad y curiosidad pero pronto volvió a desviar su vista hacia la calle. Su actitud de desilusión cambió, adoptó otra postura corporal, su semblante pareció volver y hasta sus expresiones cambiaron,  cruzó las piernas,  y se acomodó dos o tres veces un mechón de pelo.

Esas 35 cuadras que recorrimos aproximadamente hasta la estación fueron divertidas. Se reía y miraba, sostenía la mirada o la desviaba. Las ganas de sacar al del asiento de adelante para sentarme yo, solo se frenaron, por el hecho de no cortar el juego.  Me bajé y si bien no intercambiamos una sola palabra me quedé con la certeza de que  el resto de su viaje el motivo para que esté absorta en su pensamiento iba a ser yo.
@mnferri

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